Logo de la Universdad de Valencia Logo Cátedra L'Horta de València: Patrimonio, Vida, Futuro Sostenible Logo del portal

Cuando pensamos en molinos tradicionales, mucha gente piensa como primera imagen la de un molino de viento, al estilo de la clásica postal de La Mancha o de Don Quijote. Pero lo cierto es que en nuestro mundo rural no son para nada fáciles de encontrar. Y eso que los molinos han sido las instalaciones preindustriales de mayor potencia y complejidad, al menos hasta el siglo XVIII y el inicio de la Revolución Industrial. La razón es que los molinos valencianos tradicionales han sido movidos por agua, no por el viento.

Y es que de molinos ha habido diversas tipologías. Con el nombre de molinos históricamente se han llamado tanto las máquinas que servían para moler los granos y hacer harina, como los edificios que las acogían, y hasta ha llegado a llamarse así simplemente la piedra o piedras que servían para molturar dichos granos. Son artefactos que han existido desde hace milenios porque la harina forma parte básica de la alimentación humana, pero lógicamente han cambiado bastante en su estructura y mecanismo así como cuando a la fuente de energía que los ha movido.

Así, los primeros molinos de hace miles de años son los llamados molinos manuales: una simple piedra dura cóncava, dentro de la cual se machacaban los granos manualmente con otra piedra. En la época Romana se construyeron ya molinos de mayores dimensiones y capacidad, movidos bien por animales de tracción o bien por personas esclavas. También empezaron a construirse los primeros molinos movidos por agua como fuente de energía para hacer girar una rueda y mover la muela que aplastaba los granos para hacer la harina.

Estos molinos hidráulicos son la gran mayoría de los usados en la Valencia musulmana de los siglos VIII al XIII, ligados a su ubicación sobre las acequias y canales de riego de las primeras huertas. Y son los que continuaron haciendo funcionar y haciendo nuevos a partir de dicho siglo con la conquista y reparto  de tiempos de Jaume I y hasta finales del siglo XIX, generándose así la imagen tan usual de un molino valenciano como una alquería situada sobre una acequia. Sólo a partir de finales del 1800 comenzaron a ser usadas otras fuentes de energía como ahora el vapor y después la electricidad pasando así en el siglo XX a ser algunos de ellos fábricas reales modernas de harina.

Sus usos mayoritarios han sido el de hacer harina de diversos cereales para elaborar después el pan, pero también desde hace siglos  los molinos tradicionales sirvieron para otras actividades. Ya desde la Edad Media en l’Horta de Valencia también existieron molinos arroceros para quitar la cáscara del arroz; molinos pañeros o batanes para preparar los tejidos y trapos; molinos de hierro o martinetes para elaborar el metal; molinos de pólvora, de barnices, de serrar madera o mármol, para hacer tachas, y hasta principio del siglo XX algunos fueron convertidos en pequeñas centrales hidroeléctricas.

En l’Horta de Valencia llegaron a existir cerca de doscientos molinos hidráulicos en el momento de su máximo, hacia el año 1900 aproximadamente, si bien hoy en día han desaparecido totalmente una buena parte de ellos por la pérdida de funciones y eficiencia frente a la competencia de las fábricas. Por eso el interés del  inventario, conocimiento y valoración de los que nos han llegado, bien sean sólo unas ruinas, bien mantengan el edificio o los pocos que todavía tienen su maquinaria en el interior. Tampoco todos ellos tienen hoy en día el mismo valor patrimonial; unos pocos conservan partes del edificio muy antiguas, incluso del siglo XV, pero en general es más habitual que fueran en buena parte edificios de los siglos XVIII y XIX. En todo caso, su ubicación física y la relación con las acequias  es habitualmente más antigua, en parte de los casos medievales. No suelen estar protegidos por la Administración, si bien en los últimos años sí ha sido habitual que a partir de los estudios que se han hecho sobre el patrimonio hidráulico de l’Horta de Valencia bastantes de los que quedan se hayan incluido en los inventarios locales de patrimonio.