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Un azud es una presa o parada construida en medio de un río con el objetivo de parar i desviar su cabal de agua, normalmente de forma parcial, para dirigirlo hacia la entrada del canal o acequia que empieza en el mismo borde del río. Su nombre deriva directamente del árabe, como tantas palabras en el mundo agrícola valenciano, y suelen constituirse en un punto donde el río se curva y con cierta dirección diagonal al corriente para facilitar la entrara del agua por la boca o garganta de la acequia.

En la época medieval, la documentación nos informa de que eran construidos de forma bastante simple y barata, con troncos de árboles clavados en el fondo del río para hacer una empalizada. Entre ellos se llenaba el espacio con maderas, cañas, piedras, follaje e incluso algas, de manera que se obstruía de la mejor manera posible el paso del agua. Esta simplicidad no requería de direcciones técnicas complejas y los testimonios indican cómo se hacían por los sequiers o los propios usuarios del regadío de una acequia. Lógicamente, esta era también su debilidad: un desbordamiento del río con las crecidas por la lluvia fuerte del otoño a menudo se llevaban aguas abajo del azud y se tenía que volver a hacer. Eran sencillos y baratos pero inestables. Por esto, a partir de finales del siglo XVI, los azudes del río Turia comenzaron a hacerse de piedra y argamasa, de forma mucho más sólida pero también más cara y con la intervención ya de técnicos al margen de la comunidad rural o de regantes. De hecho, estos azudes son los que reconstruidos bastantes veces nos han llegado  hoy en día, con la típica y reconocible imagen de los escalones de grandes piedras talladas, las llamadas “escaletes”.

La entrada de la acequia, en cambio, siempre ha sido una construcción de obra para dar solidez frente al paso de agua. Su nombre tradicional, y descriptivo, es el de garganta y en los últimos siglos ha dispuesto de unas compuertas para abrir y cerrar el canal, especialmente como protección ante crecidas del río o la entrada de tierra, barro y follaje. Por la misma razón son construcciones hechas y rehechas muchas veces porque eran las primeras que recibían el golpe de las crecidas del río.

Junto a dichas gargantas, todos los azudes del río Turia tienen una compuerta regulatoria en su extremo, antes de entrar el agua por la acequia. Su nombre es almenara, de nuevo de origen árabe –quiere decir “la torre”-, y su función es regular el agua que entra en cada una de las acequias para repartir en tanda entre ellas el cabal del río, de manera que haya agua para todas ellas y, en tiempo de sequía, no entrara toda la del río por la primera acequia.

Por su valor histórico y patrimonial, los siete azudes del río Turia en l’Horta de Valencia han sido declarados Bienes de Interés Cultural (BIC) por la Generalitat Valenciana.