Logo de la Universdad de Valencia Logo Estructura de Investigación Interdisciplinar de Lectura Logo del portal

Comprendemos peor cuando leemos en formato digital que en papel

  • 1 mayo de 2018
logo E-READ

El pasado 28 de abril de 2018 apareció en el diario El País un resumen del proyecto reciente de la ERI Lectura sobre la lectura en formato digital y en papel. https://elpais.com/ccaa/2018/04/27/valencia/1524820599_547084.html

Lo que sigue es la entrevista completa para el diario, que apareció resumida en el artículo final.

- Entre qué edades están los niños estudiados (150.000 alumnos referidos) en el metanálisis efectuado.

 

En primer lugar, nos gustaría aclarar que un meta-análisis es un estudio de revisión estadística en el que se incluyen los resultados de todos los trabajos de investigación que se han realizado durante un periodo de tiempo determinado sobre un mismo objeto de estudio, en nuestro caso: la posible diferencia en el nivel de comprensión lectora entre la lectura en papel y la lectura en dispositivos digitales, desde enero del año 2000 hasta mayo de 2017. Por tanto, es necesario diferenciar entre los propios estudios incluidos y el número total de personas que han participado en dichos estudios y que forman parte, de forma indirecta, de nuestro meta-análisis. Para ejemplificarlo, propondremos una situación ficticia:

 

Supongamos que tenemos un meta-análisis con 5 estudios en total (no se realizan meta-análisis con tan pocos estudios, simplemente es un ejemplo simplificado). De estos 5 estudios, 4 han sido realizados con universitarios y solo 1 con estudiantes de primaria. Tendríamos 5 resultados distintos, y un 80% de ellos habrían sido conseguidos con estudiantes universitarios. Sin embargo, estos cuatro estudios con universitarios suman un total de 300 participantes entre todos, mientras que el estudio con estudiantes de primaria fue realizado con 1.200 niños. Entonces, si atendemos al total de participantes incluidos en el meta-análisis, estaríamos en la situación opuesta: el 80% de las personas serían estudiantes de primaria.

 

Esto es importante, puesto que, en nuestro estudio ocurre algo parecido. Por un lado, la mayoría de los estudios incluidos (aproximadamente un 60% del total de los 54 estudios) han sido realizados con muestras de estudiantes universitarios. Por otro lado, la mayoría de los participantes son estudiantes de primaria y secundaria, debido a que del total de 170.000 participantes (aprox.), algo más de 160.000 corresponden a 3 estudios de gran escala realizados en esta población.

 

Respondiendo más específicamente a la pregunta, las edades de las personas que han formado parte de los estudios incluidos van desde estudiantes de cursos equivalentes a primero de Primaria (6-7 años) hasta personas adultas que cursan estudios de post-grado e incluso ya profesionales. Si atendemos a los resultados aportados por cada uno de los estudios incluidos, algo más de un 60% provienen de muestras de estudiantes universitarios. Sin embargo, más de un 90% de los participantes corresponden a estudiantes de colegio e instituto, repartidos aproximadamente a partes iguales entre estudiantes de Primaria (6-12 años) y Secundaria (12-18 años).

 

- Según comentáis, las generaciones más jóvenes comprenden peor en formatos digitales que las más mayores: ¿es cuestión de madurez? Es decir, en la medida que pasan los años la gente se concentra mejor en el digital y por tanto entiende mejor lo que lee o ve ahí.

 

No nos referimos a las personas más jóvenes, sino a las nuevas generaciones. No es una cuestión de evolución (maduración) individual, sino de la evolución de la población en su conjunto. Y, al contrario de lo que planteas, lo que encontramos es que las personas de estas generaciones más recientes muestran una mayor inferioridad en la comprensión lectora digital. Es decir, la diferencia en comprensión lectora entre ambos medios de lectura sería mayor en estudiantes universitarios en el año 2016 que en estudiantes de este mismo nivel educativo en el año 2005.

 

Este resultado es hasta cierto punto contrario a lo que cabría pensar intuitivamente. Se podría asumir que las generaciones más recientes, cuyos integrantes han crecido desde sus primeros días en un mundo “más digital”, tendrían mejor comprensión lectora en medios digitales por ser más versados en el uso de esta tecnología. Sin embargo, no parece el caso, sino lo contrario: estas nuevas generaciones leen peor cuando el formato es digital. Parece que cuanto más extendido está el uso de los dispositivos digitales, y por tanto mayor y más temprana es la experiencia con ellos, la inferioridad de la lectura en pantalla aumenta.

 

La inferioridad que encontramos en la comprensión lectora en medios digitales muestra un efecto pequeño, pero es significativo. Es lo esperable, no cabría pensar que vamos a perder nuestra habilidad lectora en un grado elevado por el hecho de cambiar de medio de lectura. Pero sí es importante señalar que el efecto encontrado es incluso algo mayor que algunos resultados reportados por otros trabajos de meta-análisis que revisan los efectos beneficiosos de intervenciones educativas mediante nuevas tecnologías.

 

 

- ¿Es la distracción la única razón que a vuestro juicio explica esta situación o hay más?

 

Qué explica esta aparente inferioridad de la lectura en pantalla es algo que aún no conocemos. Existen distintas hipótesis y probablemente inciden diversos factores. Una línea de trabajo que ofrece una explicación plausible es aquella llevada a cabo por la investigadora israelí Rakefet Ackerman y su grupo de investigación. Los resultados de varios estudios que han llevado a cabo sugieren que los procesos de autorregulación cognitiva se ven mermados cuando nos enfrentamos en el formato digital a tareas exigentes como la lectura. Simplificando, parece que aparecen dificultades para identificar el grado de dificultad de la tarea y, especialmente, para valorar el propio nivel de comprensión o de aprendizaje que alcanzamos tras leer textos cuando lo hacemos en el formato digital. Estas dificultades aparecen en la mayoría de los casos cuando los participantes disponen de un tiempo limitado para realizar la tarea, y esto es algo que hemos encontrado también en nuestro meta-análisis: aquellos estudios que impusieron un tiempo límite a los participantes ofrecen peores resultados para la lectura en formato digital. Esto es congruente con la hipótesis de dificultades en los procesos de autorregulación cognitiva, ya que dichos procesos juegan un papel más decisivo cuando disponemos de tiempo limitado y, por tanto, debemos decidir cómo distribuir nuestros esfuerzos.

 

La anterior hipótesis se encuentra en clara relación con otras ideas, como las expuestas por Nicholas Carr, quien advierte que la lectura en medios digitales, especialmente en Internet, nos está llevando a una lectura más superficial, motivada por la gran cantidad de información a la que accedemos en Internet, y nuestra forma de acceder a ella, puesto que solemos leer de forma acelerada, pasando con gran rapidez de un texto a otro, de una notica a otra, de un comentario en Twitter a otro. Esto nos estaría llevando a ser más propensos a distracciones y a tener dificultades para leer en profundidad y concentrarnos en textos largos, lo que a su vez podría estar relacionado con los déficits de autorregulación antes mencionados.

 

Otras explicaciones giran en torno a cuestiones ergonómicas, como un posible efecto negativo del brillo de la pantalla, que resultaría en un mayor cansancio durante la lectura, o una mayor dificultad para construir una imagen mental de la estructura del texto debido a la distinta organización de la información en el medio digital. Incluso otros autores señalan que la experiencia de leer en formato impreso implica mucho más a nuestro cuerpo, por ejemplo, por el hecho de contar entre nuestras manos con un libro, controlando las páginas con nuestro sentido del tacto, lo que haría el proceso de lectura mucho más envolvente, facilitando la concentración.

 

 

- A pesar de los resultados de la investigación, ¿no aporta nada lo digital dada su mayor capacidad para ofrecer no solamente textos, sino vídeo, sonido y la posibilidad de interactuar?

 

En este punto es necesario aclarar que nuestro meta-análisis solo incluye aquellos estudios que utilizaron textos digitales que no disponían de ese tipo de características o posibilidades que son exclusivas del formato digital. Nuestra intención era aislar, en la medida de lo posible, el efecto del medio per se. La única característica exclusiva del formato digital que podían incluir era la necesidad de hacer “scroll” para avanzar o retroceder por el texto, es decir, subir y bajar mediante una barra lateral o la rueda del ratón. Aun así, este factor lo incluimos al estudiar posibles variables moderadoras del efecto del medio (como el tiempo disponible para la lectura, antes mencionado). Aunque hemos encontrado que en aquellos casos en los que era necesario hacer “scroll” la inferioridad de la lectura digital era algo mayor que en aquellos estudios que no usaban esta herramienta (es decir, cada página del texto o todo el texto se veía al completo en la pantalla), esta diferencia no resultó estadísticamente significativa, por lo que parece que el hecho de que sea necesario hacer “scroll” no parece determinante.

 

Contestando a la pregunta, es evidente que las posibilidades de presentación de la información en el medio digital ofrecen un mayor abanico de oportunidades que los textos impresos, tanto en la presentación de la información como en las posibilidades de interactividad. Ahora bien, no está claro bajo qué circunstancias esto puede ser beneficioso o, por el contrario, suponer un problema. Sin embargo, parece plausible argumentar que disponer de un mayor número de herramientas cualitativamente distintas, formatos, y posibilidades de interacción, hace necesario que las personas aprendan a utilizarlas, aprendan a acceder y a manejar la información en este nuevo contexto. Y al respecto, parece que la introducción de las nuevas tecnologías en los sistemas educativos, en sí misma, no garantiza dicho aprendizaje. No son pocos los estudios que alertan de que los jóvenes actuales, generalmente, no son buenos manejando información en el medio digital. Hace algo más de 2 años, el director de la sección de educación de la OCDE, Andreas Schleicher, que es responsable del programa internacional de evaluación educativa PISA, señalaba en una entrevista que el matrimonio entre educación y nuevas tecnologías, hasta el momento, no está cumpliendo con las altas expectativas generadas. Lo que resulta claro es que, más allá de su inclusión en las aulas, lo verdaderamente importante es cómo y para qué se usan, y es aquí donde resulta necesario incidir para que la comunidad educativa aproveche las nuevas oportunidades y, más importante, forme bien a los estudiantes en este ámbito.

 


- La investigación se dirigió desde vuestra universidad (¿solo la hizo el becario Pablo Delgado?) o fue algo coordinado con otras universidades. Lo digo porque los alumnos que intervinieron proceden de 10 países…

 

Como ya hemos explicado, el hecho de que los participantes fueran de distintas nacionalidades obedece a que al ser un meta-análisis, hemos incluido estudios que se han realizado en distintos países. Aun así, aunque Pablo Delgado es el primer autor, en calidad de investigador en formación financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, este trabajo también forma parte del Programa Europeo de Cooperación en Ciencia y Tecnología (COST por sus siglas en inglés), en concreto dentro del proyecto Evolution of reading in the age of digitisation (E-Read). Así, además de otros dos investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, Cristina Vargas y Ladislao Salmerón (este último como supervisor del trabajo), también firma el estudio la investigadora israelí antes mencionada, Rakefet Ackerman. Además, hemos contado con la colaboración de otras investigadoras de universidades de Grecia e Israel.

 

- Cuál es vuestra conclusión: ¿se debe refrenar la presencia creciente de los soportes digitales en la educación hasta tanto no se ajuste mejor la involucración de la tecnología en las aulas. O ¿debe seguir la convivencia del papel y lo digital o sería conveniente rescatar un mayor protagonismo o incluso la exclusividad del papel?

 

Frenar la presencia de la tecnología digital en las aulas, dado nuestro nuevo orden digital, es irrealista.  Más aún, el medio digital es cada vez más, si cabe, el principal medio de información y herramienta de trabajo. Por tanto, los sistemas educativos no pueden eludir la tarea de educar a los estudiantes y formarlos para el manejo de información en estos medios. Aunque como ya hemos dicho, no parece que su mera inclusión masiva sea suficiente. Es necesario focalizar esfuerzos en cómo y para qué las usamos. Es aquí donde es necesario profundizar, tanto desde la investigación como desde la práctica educativa, para llegar a comprender cuáles son las circunstancias que favorecen el desarrollo de la ya famosa “competencia digital”. Lastimosamente, los sistemas educativos de todo el mundo tienden a incluir innovaciones sin conocer si estas realmente funcionan y, lo que es peor, no se suelen evaluar los resultados tras dicha inclusión. No podemos permitirnos que esta situación siga manteniéndose respecto a la inclusión de las nuevas tecnologías en un mundo totalmente inmerso en la era digital. 


- La influencia de la tecnología es tan grande y crece tan rápido en todos los órdenes de la vida que parece complicado que los alumnos puedan tener una existencia digital fuera de las aulas y otra más tradicional en los centros educativos.

 

Como acabamos de explicar, los sistemas educativos, las aulas, ni pueden ni deben mantenerse al margen de esta situación. Lo que es imperiosamente necesario es que las prácticas educativas estén basadas en la evidencia encontrada por anteriores investigaciones o prácticas educativas. O bien, si lo que se pretende es introducir métodos o herramientas muy novedosas, de las que no hay suficiente evidencia, debe ser una obligación reportar detalladamente cómo y para qué se hizo y, por supuesto, evaluar los resultados. La comunidad educativa ofrece un servicio muy importante a los ciudadanos, del que depende su futuro, y la responsabilidad y honradez de sus actores profesionales ha de ser piedra angular. No sólo es importante innovar en educación, también es necesario rendir cuentas en todos los sentidos.