Los antiguos laboratorios se levantaron a espaldas de la Facultad de Ciencias, actual edificio de Rectorado, con la finalidad de ampliar los servicios e instalaciones de esta facultad.

Este inmueble es obra del arquitecto Fernando Moreno Barberá, y sigue una lógica muy similar a la empleada en el resto de los centros construidos por este autor para la Universitat de València, cuya obra se extiende en el tiempo, desde finales de los años 50 del siglo XX hasta bien entrada la década posterior. Se concibe como un volumen prismático de 74 x 12 m, con fachadas diferenciadas de acuerdo con su orientación. La que se abre hacia el sur se cubre con una pantalla de brise soleil de hormigón que integra las dos plantas altas. La fachada norte, que recae a la calle Menéndez Pelayo, mantiene visibles los pilares de hormigón armado, que marcan las divisorias verticales, entre los cuales se alternan paneles de gresite, ventanales y lienzos de pavés sucesivamente que articulan la composición.

Los antiguos laboratorios, como toda la obra de este arquitecto en el campus universitario de Blasco Ibáñez, tiene una coherencia arquitectónica muy notable, desplegando, en los edificios construidos, aquellos elementos que lo identifican con la mejor producción, en territorio valenciano, de la arquitectura del Movimiento Moderno de mitad del siglo XX. Vienen a completar pues un conjunto coherente, del que forman parte tanto las antiguas Facultades de Derecho y Filosofía y Letras, como las Escuelas de Ingenieros Agrónomos y Peritos Mercantiles.