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Durante el último año el sector audiovisual español se ha visto inmerso en una profunda transformación con la llegada de la televisión digital terrestre (TDT), la entrada en vigor de la Ley General de la Comunicación Audiovisual, la nueva financiación de RTVE y la irrupción definitiva de nuevas tecnologías de distribución, consumo y creación de contenidos audiovisuales, como Internet y el móvil. A todo ello, hay que añadir la crisis económica, que también le afecta, y que ha alterado las reglas de juego de todos los agentes implicados. En este escenario complejo y cambiante, desde el Máster en Contenidos y Formatos Audiovisuales de la Universitat de València consideramos que los contenidos deberían situarse en una posición privilegiada en la cadena de valor de la producción audiovisual. Para ello, hemos organizado la tercera edición de las Jornadas CONTD – Contenidos para la Televisión Digital, celebradas los pasados 3 y 4 de junio, en las cuales expertos, profesionales y académicos han reflexionado y debatido sobre los llamados contenidos de calidad.

Una de las principales conclusiones a las que hemos llegado entre todos es que no existe un consenso a la hora de decir cuáles son los contenidos de calidad, aunque sí podemos establecer una serie de parámetros estéticos, narrativos y técnicos que aportan calidad a los contenidos. Una buena realización, la profundidad y el tratamiento riguroso de los temas y personajes, las buenas y complejas historias o tecnologías como el Alta Definición y el 3D son elementos que aportan un valor añadido a los contenidos audiovisuales. Por otra parte, los altos índices de audiencia no deberían ser un criterio fundamental a la hora de evaluar esa calidad, que debería atender más a su valor en términos sociales. Sobre todo en las televisiones públicas, aunque no está de más recordar que las emisiones de las televisiones comerciales también son un servicio público. En ese sentido, tendremos que prestar atención a las opiniones de los usuarios, en su papel más de ciudadanos que de meros consumidores.

Eso no quiere decir, sin embargo, que las teledifusoras y empresas productoras no traten de buscar la máxima rentabilidad y eficiencia a los contenidos. Sin duda, la falta de estabilidad financiera está suponiendo un quebradero de cabeza tanto para unas como para otras. Pero también es verdad que en este nuevo entorno digital están surgiendo nuevos modelos de negocio, muchos de ellos todavía por desarrollar. Las empresas y creativos harían bien en empezar a trabajar en ideas cross-media que se puedan ajustar mejor a un trasvase de público y anunciantes hacia pantallas que no son la televisión tradicional, ya que en ésta no encuentran los contenidos que les satisfacen. Asimismo, hay que tener en cuenta que no por el mero hecho de ser contenidos para Internet o el móvil tienen un valor en sí mismos. Nuevamente, entre todos deberemos establecer cuáles son los criterios que señalen la calidad de los contenidos diseñados para los nuevos medios. 

De todas formas, no podemos olvidar que la televisión en abierto continúa siendo el medio más consumido, incluso con unos índices superiores gracias a la TDT. En cualquier caso, el incremento de canales que ha traído consigo la televisión digital está siendo, en general, bastante decepcionante. Poca especialización en los canales temáticos, poca implementación de servicios interactivos y de Alta Definición, bajos niveles de producción propia, poco contenido de proximidad en los canales locales y, en cambio, mucha redifusión de productos amortizados, mucho contenido de bajo coste y mucho material de relleno. En resumen, se está configurando, salvando algunas excepciones, una oferta poco atractiva para la audiencia.

Probablemente sea todavía pronto para realizar un juicio sobre una tecnología que acaba de llegar y parece que ya demos por muerta. Tal vez debamos esperar a que se complete el reparto del dividendo digital y el ajuste definitivo de los múltiplex entre las teledifusoras, cosa que acabará dando un cambio sustantivo a las rejillas de programación. Por otra parte, las cadenas deberán también empezar a adaptar sus contenidos al nuevo marco regulador, a fin de que el recién creado Consejo Estatal de Medios Audiovisuales actúe como verdadero organismo de control del flujo mediático y sus contenidos. Ése debería ser un momento clave para que las cadenas públicas se posicionaran como tractoras en la génesis de un nuevo marco para la industria audiovisual española, así como la consecución de referencialidad para toda la sociedad. Habrá que estar atentos, pues en los próximos meses se empezarán a mover piezas en este proceso de ajuste del sector audiovisual y no deberíamos permitir que los medios de titularidad pública acaben viajando en el vagón de segunda. Para ello será necesario seguir el camino de renovación iniciado por el grupo RTVE desde la oferta autonómica, así como plantear otro mapa del espectro local referente a su oferta pública y privada. En definitiva, avanzar en la profesionalización de los medios públicos y conseguir una gestión transparente y eficaz.

Organización III Jornadas CONTD