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Emigdio Martínez, estudiando de Psicología: “Desde que estoy en la Universidad tengo confianza en mí mismo”

“La Unidad para la Integración de Personas con Discapacidad hace que nadie que yo no quiera que lo sepa, lo note”. Emigdio Martínez es uno de los mil cincuenta alumnos con discapacidad que estudian en la Universidad y que son usuarios de la Unidad para la Integración de Personas con Discapacidad.

23 de enero de 2013

Esta cifra, 1.050 (472 hombres y 578 mujeres), sitúa la Universitat de València por delante de las instituciones académicas españolas con el mayor número de estudiantes con discapacidad en sus aulas, matriculados en los títulos de grado, máster y doctorado, así como en las diplomaturas y licenciaturas. Sólo la UNED logra una cifra más elevada, pero en este caso se trata de estudiantes no presenciales.


Emigdio Martínez tiene veinte-y-ocho años y, desde los veintidós, estudia Psicología en la Universitat de València. Sufre una parálisis espástica por una hemorragia cerebral producida en el momento de nacer que le afecta la motricidad –“tengo que ir con muletas”, dice–, la motricidad fina –“puedo escribir, pero muy despacio y, muchas veces, no entiendo mi letra”, indica– y la visión –“tengo un déficit visual bastante severo que, sobre todo, me afecta en el seguimiento”, explica. “Todo esto comporta que dependa de otros para poder estudiar”, sentencia finalmente.
La Unidad para la Integración de Personas con Discapacidad (UPD) es el servicio de la Universitat de València, gestionado por su Fundación General, que proporciona atención y asesoramiento a toda la comunidad universitaria en materia de discapacidad. “Su misión es ofrecer el apoyo necesario para facilitar la integración a las personas con diversidad funcional de la Universitat de València, a través del desarrollo de programas específicos que favorezcan la inclusión en el ámbito universitario y velar así por el principio de igualdad de oportunidades y la no-discriminación”, señala la directora de la UPD, Celeste Asensi..

Braille
Foto: Miguel Lorenzo

 

Desde el año 2000 los usuarios de la UPD se han cuadruplicado (de los 219 a los 1.050). De estos, el 24% sufre una deficiencia motriz, el 4,5% auditiva, el 5% visual, el 11,5% plurideficiencia, la 1% necesidades educativas especiales, el 27% está para determinar y otro 27% pertenece a otras deficiencias, según los datos de este servicio correspondientes al curso 2012-2013. Los usuarios en relación con el curso pasado han aumentado en 53, por lo tanto los porcentajes por tipos de discapacidad también son bastante similares, salvo los grupos plurideficiencies y otras deficiencias, que se han incrementado en un 3% aproximadamente.
Por otro lado, el porcentaje de estudiantes con diversidad funcional por ramas de conocimiento se distribuye de la manera siguiente: Ciencias Sociales y Jurídicas continúa siendo el área más pedida, con el 49% (ha aumentado un punto respecto al año pasado), seguida de Ciencias de la Salud, con el 29% (un punto menos que el curso 2011-2012). Arte y Humanidades acoge el 15% de este alumnado (un 1% menos), Ciencias el 5% (un punto más) e Ingeniería y Arquitectura se mantienen igual, con el 2%.

El proceso integrador, paso a paso

“En la escuela yo era un alumno con necesidades educativas especiales; en el instituto, me incluyeron en un programa de diversificación y, gracias a un profesor, continué el bachillerato e hice el selectivo”, comenta Emigdio. Él es de Almansa (Albacete) y, una vez superada la prueba de selectividad, tuve que tomar una decisión. “Me pregunté: donde puedo estudiar con las mayores garantías según mi discapacidad? Entré en internet y vi la UPD en Valencia. Valencia está cerca de Almansa y la UPD ya contaba entonces con más de una década de experiencia”. La solución estaba clara. Emigdio se desplazó a la Universitat de València para realizar sus estudios superiores. “Cuando tienes una discapacidad la gente te habla como si tuviste cinco años! Yo me he encontrado en contextos de… ‘Ay, pero si habla!, ay, pero si ríe!, ay, pero si siendo...’. Necesitaba explicarme quién era yo y la mejor manera de hacerlo era metiéndome dentro de mi cabeza, del comportamiento humano, y por eso elegí Psicología. Además de esto, pensé que era la mejor manera de ayudar a otras personas porque no pasaron por las mismas situaciones que hemos pasado otros antes”.


La diversidad funcional de Emigdio le ha prolongado los estudios universitarios durante seis años y tiene “proyectados” dos más para acabarlos. Se licenciará y lo hará gracias a una serie de apoyos facilitados por la UPD: “Yo necesitaba solucionar mi timidez provocada por la discapacidad –notas que la gente te mira diferente y tú te aíslas– y también alguien que sería mis manos y mis ojos, así que desde la UPD buscaron voluntarios de mi grupo que tomaran apuntes por mí. De este modo me resolvieron dos cuestiones: la recogida de anotaciones y el primer contacto social”, reconoce.
En el caso de Emigdio, son necesarios, como apoyos físicos, los cuadernos autocopiativos, si bien una vez hecho el contacto entre el voluntario y él, ambos llegan a un acuerdo para la recogida de material académico. “Otro aspecto en que me ayudan es a asegurarse, a través de informes internos, que el profesor está enterado que tengo necesidades especiales. Por ejemplo, mis exámenes tienen que estar escritos con una fuente de entre dieciséis y dieciocho puntos, en lugar de diez o doce, que puede ser el tamaño habitual. Además, disfruto del veinticinco por ciento más de tiempo para hacer el examen, que muchas veces ni siquiera tengo que utilizar”, argumenta. Así mismo, la UPD realiza la adaptación del material de Emigdio cuando se trata de artículos: “Los puedo leer, pero no los puedo estudiar, así que la UPD me los digitaliza”. Con esta medida, Emigdio los puede manipular hasta adaptarlos a sus necesidades. Igualmente, tiene a su disposición una plaza en las primeras filas del aula porque le resulta más fácil prestar atención a las explicaciones de los profesores.

Emigdio Martínez
Emigdio Martínez. Foto: Miguel Lorenzo

 

Recursos y apoyos

Los productos de apoyo que utiliza Emigdio son un ejemplo práctico de la oferta de que dispone la UPD. Según la tipología de diversidad funcional, los usuarios encuentran tecnologías como por ejemplo Braille Speak y el PC Hablado para personas ciegas, un miniordenador con memoria interna para escribir a través del teclado; la calculadora hablante, que emite respuesta oral a las pulsaciones de los botones; cerne relief, una pasta utilizada para elaborar en relevo imágenes y gráficas manualmente; Dymo, que escribe en Braille sobre cintas y etiquetas; el Explorador Jaws, un producto para acceder al sistema operativo Microsoft Windows; hornos y equipos para la preparación de relevos; impresoras Braille; lectores ópticos, que verbalitzen el contenido de un texto; línea Braille, un dispositivo que se conecta al PC para leer Braille; lupa TV, un sistema de ampliación de imágenes a través de un monitor; magnetófonos y reproductores adaptados; magnificadores de pantalla para ampliar el contenido de la pantalla del ordenador; la máquina Perkins, una máquina de escribir con teclado en Braille; Pac Mate, un anotador para uso específico de ciegos con teclado en Braille; pizarras magnéticas; lupas digitales de mano; emisoras FM; bucles o anillas magnéticas para espacios colectivos; chat y webcam para comunicarse con la lengua de signos española (LSE); carcasas para el teclado; emuladores del ratón o ratones adaptados; ordenadores portátiles; tablet PC; bolígrafo digital; programas de reconocimiento de voz; y reposabrazos, entre otras herramientas.

Programas de accesibilidad

La adaptación de los apoyos y el proceso de integración al ámbito universitario son posibles gracias a una serie de proyectos emergentes que se realizan desde la UPD, como por ejemplo los de asesoramiento psicoeducativo, de sensibilización y formación, y de equiparación de oportunidades, que cuenta con apoyo personal y técnico.

Por otro lado, hay un programa de accesibilidad universal que engloba tres áreas: física, electrónica y de comunicación. “Con este programa se pretende facilitar la interacción de cualquier usuario, con discapacidad o sin, en el entorno de la Universidad; siempre considerando una visión amplia de la discapacidad con la cual una persona puede ver limitadas sus funciones”, especifica Celeste Asensi.
La accesibilidad física hace referencia a las barreras arquitectónicas y los obstáculos físicos que generan una limitación en la movilidad y en el acceso a los diferentes servicios para las personas con discapacidad. “Lo que hacemos es recoger y tramitar las denuncias sobre las barreras del entorno físico, verificarlas y elaborar los correspondientes informes de accesibilidad para remitirlos a la Unidad Técnica o al Servicio Técnico de Mantenimiento de la Universidad”, precisa la directora de la UPD.
Por otro lado, dado que el uso de la red a la Universidad es cada vez más importante, la UPD, con la colaboración del Vicerrectorado de TIC y el Servicio de Informática, ha adaptado su página web para hacer posible el acceso electrónico a toda la población.
Finalmente, las barreras de comunicación constituyen la tercera área de este programa. “Se ofrece un servicio de intérpretes de lengua de signos para las clases, tutorías, seminarios, etcétera, a través de un convenio con la Federación FESORD de la Comunidad Valenciana; y en los exámenes, un técnico de la Unidad interpreta las preguntas en lengua de signos para que el estudiante sordo pueda responder igualmente”, comenta Asensi.
Los programas de accesibilidad de la Universitat de València han cumplido una función precursora en el ámbito universitario estatal. En septiembre del 2012 la institución académica obtuvo, dentro del marco del programa Campus Sostenible, con la financiación del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte mediante el programa de Accesibilidad Universal e Integración del VLC/Campus, el certificado de Accesibilidad Universal de Aenor a la Biblioteca de Educación María Moliner, que acredita la implantación de un sistema de gestión de la accesibilidad que apuesta por la mejora continua.
Un par de meses más tarde, la Universitat de València, a través de la UPD, recibió el premio a la Mejor Organización del Sector Público, integrado en la segunda edición de los Telefónica Ability Awards, unos galardones que reconocen las empresas e instituciones españolas, públicas y privadas, que apuestan por el impulso social en materia de atención a la diversidad funcional como un valor añadido dentro de las organizaciones. “La Universitat de València se ha comprometido siempre con la integración de las personas con discapacidad en su entorno, en el ámbito social y también en el laboral. Esto es un valor añadido que tiene esta institución”, afirma la responsable de la UPD.
Además, la Unidad para la Integración de Personas con Discapacidad es pionera al poner en marcha un programa de atención al PDI, mediante el cual se proporciona al profesorado información y asesoramiento, y se valoran las medidas aprobadas por la Universidad para la integración de los profesores y las profesoras con diversidad funcional. Así mismo, a través de la firma de sendos convenios específicos entre la Fundación General de la Universidad y la Fundación Universia, la UPD cuenta con una orientadora en su servicio para apoyar al estudiante universitario y trabaja conjuntamente con el Observatorio de Inserción Profesional y Asesoramiento Laboral (OPAL) en la promoción de la inserción laboral de los estudiantes y titulados con diversidad funcional.
Todo este esfuerzo, realizado por los miembros de la UPD, da lugar a recompensas tan importantes como sencillas. Así lo expresa Emigdio Martínez: “Hace unos años, si alguien me hablaba sin que yo tuviera localizada la voz, me podía asustar; en cambio, ahora no, porque tengo confianza en mí mismo y sé que detrás mío hay gente que también confía en mí. Esto lo ha hecho la Universitat de València”.