El Rector Peset acoge una exposición de Cerezo Barredo de memoria, denuncia, esperanza de América Latina

  • Colegio Mayor Rector Peset
  • 7 febrero de 2020
 
Detall d'una de les obres de Cerezo Barredo.
Detall d'una de les obres de Cerezo Barredo.

La Sala de la Muralla del Colegio Mayor Rector Peset acoge la exposición ‘Cerezo Barredo. Memoria, denuncia, esperanza y compromiso’, que refleja la trayectoria de Maximimo Cerezo Barredo, andando paso a paso con los pueblos latinoamericanos. La exposición fue inaugurada el lunes 10 de febrero por Mino Cerezo Barredo; Fran Ros; comisario; y Carles Xavier López, director del Colegio Mayor Rector Peset.

Estará abierta al público hasta el 8 de marzo de 2020, de martes a domingo, de 11 a 19 horas, en la Sala de la Muralla del Colegio Mayor Rector Peset de la Universitat de València (plaza del Forn de San Nicolau, 4. València).

Maximino (Mino) Cerezo Barredo va nàixer a Villaciosa, en 1932. Sacerdote, misionero claretiano, estudia pintura y diseño en el Escuela de Bellas Artes de San Carlos de València y en la Escuela de Bellas artes de San Fernando de Madrid. En 1970, con sus compañeros claretianos, se incorpora a la misión de Juanjuí, en el Amazonas peruano. Después, las décadas de los 80 y 90, durante sus estancias en Nicaragua, Panamá y Perú, fueron momentos de intensa producción artística, cuando realiza multitud de pinturas murales.

En palabras de Cerezo Barredo mismo de 1990: “El universo de mi pintura mural y de los innumerables dibujos que andan por aquí con su vida propia en revistas populares, en paredes de barrios, es el universo de la vida de nuestro pueblo latinoamericano, como sabemos, profundamente creyente y centenariamente oprimido, pero cada día más en tránsito de una lúcida y obstinada liberación. Este es el mundo que despacio, en un proceso simbiótico, he ido descubriendo y haciendo mío. De aquí viene lo que hago”.

Decía Cerezo Barredo que pintar se expresar, gritar, pero en un lenguaje de formas y colores. Es un medio para sacar a la luz del día el que se ha metido dentro de un mismo, que creció aquí y se ha hecho tan grande que ya no se aguanta. La obra nace de una previa concepción, del afecto y la estimación en el pueblo, que se la única manera de penetrar en el universo de sus valores.

Su vinculación con las diferentes comunidades con qué transcurrió parte de su vida lo llevó a la reflexión siguiente “para mí, todo aquello que está en desacuerdo con cruento y necrófilo modelo de sociedad que genera mayorías hambrientas, sin derecho a vivir con una vida digna y humana, maltratadas injustamente, eliminadas por razones económicas, es potencialmente revolucionario y subversivo. Denunciar abiertamente y sin ambigüedades estratégicas, no solo estos hechos de muerte, sino el sistema que los produce, es revolucionario. Ayudar a iluminar un modelo de sociedad en que se defienden los derechos de los pobres, de las etnias y las culturas masacradas y oprimidas, su inalienable derecho a la propia identidad, se distribuyan los bienes de la tierra y los que genera el trabajo y la técnica en forma justa, es revolucionario. Pintar los empobrecidos, sus aspiraciones, su clamor, sus pasos hacia la liberación, estar de su parte, admitir su protagonismo en la historia, creer que son los privilegiados del reino de Dios, desde ya, esto es eminentemente revolucionario. Aceptar su cultura, creer que son portadores de una alternativa para la construcción de una sociedad diferente, esto es revolucionario”.

Según Fran Ros, comisario de la exposición y miembro de Música y Compromiso Mino, “el pintor de la liberación”, fue mostrándonos como el color, las líneas, las formas, el figurativo y el simbólico se iban entrecruzando constantemente con el deseo de justicia, de dignidad y de esperanza que gritan los protagonistas de las suyos pinturas; el pueblo plano, las gentes humildes, pobres y excluidas, y las situaciones vividas de qué él ha estado testigo directo. Y nos hizo disfrutar de esta mezcla de ética y estética que nos llegaba tan directamente en el coro y a la inteligencia. Su pintura social y dialécticamente histórica nos tocó irremediablemente.

El estilo de su obra es inconfundible. Ciertos temas o gestos son obsesivamente declarados: la paloma del Espíritu, los brazos y las herramientas, los pies desnudos, los ojos profundos, los testigos caídos entre flores, y la comunidad, el reparto.
 

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