Adrián Todolí: “La regulación laboral mejora la economía, la productividad de las empresas y la competitividad”

  • Unidad de Cultura Científica y de la Innovación
  • 28 marzo de 2022
 

Adrián Todolí Signes, profesor del Departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universitat de València (UV), ha dedicado gran parte de su carrera como investigador a mediar entre el derecho y la economía. Ha publicado más de 65 ítems de investigación, contando solamente entre publicaciones en revistas indexadas, libros y capítulos de libro. También es director de la Cátedra en Economía Colaborativa y Transformación Digital de la UV.

En su última obra, Regulación del trabajo y política económica. De cómo los derechos laborales mejoran la economía (Aranzadi, 2021), defiende que la mejora en las condiciones laborales de los trabajadores favorece no solo a estos, sino también a la propia eficiencia económica de un país. Toda su labor investigativa apuesta, precisamente, por una regulación responsable en materia de derecho laboral.

 

1. ¿Qué le condujo a mediar entre el derecho del trabajo y la economía en sus investigaciones?

Mi doctorado fue en Derecho del Trabajo y actualmente soy profesor en esa área, pero a la hora de analizar las normas jurídicas o cómo debería ser la legislación laboral intento incorporar siempre una perspectiva económica. Estudié las dos carreras y ambas me gustaban. Posiblemente al no saber cuál preferir, y aunque finalmente doy clases de derecho, siempre he procurado mediar entre las dos.

 

2. Usted también dirige, junto al profesor Andrés Boix, la Cátedra de Economía Colaborativa y Transformación Digital de la UV. ¿Cuál es su labor?

Las cátedras son un instrumento que utiliza la universidad para colaborar con instituciones externas públicas y privadas que estén interesadas en la investigación propiamente universitaria y su difusión. Pretendemos difundir conocimientos a la sociedad en materia de Economía Colaborativa y Transformación Digital, y abordamos cómo influye en la ciudadanía y cómo debería regularse. Hemos hecho informes en torno a Airbnb, la movilidad colaborativa, el uso de patinetes a través de plataformas, los carriles bici, UBER, Cabify… empresas que están modificando nuestra forma de movernos dentro de la ciudad de València. También en materia de plataformas digitales: Glovo, Deliveroo y muchas otras. Básicamente, estudiamos cómo la tecnología está cambiando nuestra forma de vivir y tratamos de regular su funcionamiento para evitar perjuicios sociales.

 

 

3. Desde la Cátedra organizan congresos, jornadas y debates de carácter público. ¿Considera importante poner sus investigaciones en contacto directo con la sociedad?

Yo creo que el conocimiento que se genera en las universidades, especialmente en las públicas, tiene que servir para mejorar la sociedad, y para eso es necesario transmitir dicho conocimiento. Este no puede generarse y quedar dentro del espacio universitario. Obviamente nosotros, como profesores, trasmitimos este conocimiento a nuestros alumnos, pero no creo que deba ser el único foco de atención. Hace falta realizar jornadas abiertas a todo el mundo, donde puedan acudir profesionales del sector, políticos o trabajadores administrativos que se informen de cara a tomar mejores decisiones. Eso pretendo con mis investigaciones: que el Estado a través del contrato que yo tengo como investigador obtenga unos resultados en beneficio del interés social. Filosóficamente siempre se ha estudiado qué es el interés general y cómo mejorarlo, pero una de las maneras es ayudar a las personas que están en peor situación de vida. Si mejoramos a las que mejor están, poco aportaremos en materia de justicia.

 

"Estudiamos cómo la tecnología

está cambiando nuestra forma de vivir y

tratamos de regular su funcionamiento

para evitar perjuicios sociales"

 

 

4. En su último libro afirma que el científico social debe mediar entre posturas enfrentadas con argumentos, destruir prejuicios y mitos. ¿Qué dificultades observa usted hoy para llevar adelante dicha mediación?

En los últimos años el debate se ha reducido a mensajes efectistas. Incluso la parte política intenta simplificar al máximo su mensaje para que la gente, que tiene poco tiempo, se quede con lo mínimo. Esta simplificación elimina todas las matizaciones de un debate y provoca mensajes extremos. Sin embargo, para explicar la complejidad de un tema, donde no todo es blanco o negro, es necesario un debate pausado. Eso es lo que hoy en día casi no tenemos en el ámbito público, tanto por Twitter como por el funcionamiento de muchos periódicos, interesados en reducir todo a un titular. Incluso los algoritmos y las cámaras de eco están provocando la desaparición del debate, pues solo vemos a personas que opinan igual que nosotros. Como científicos sociales, sobre todo desde la universidad, hemos de explicar las cosas en toda su complejidad.

 

5. En el marco de tales dificultades, usted ha señalado cierta desafección de la ciudadanía respecto a la política y la economía. ¿Considera que es merecida esta desconfianza hacia el sector económico?

Muchas veces los economistas que van a los medios de comunicación a explicar algo van con un sesgo, con unos intereses detrás. No son investigadores independientes o neutros que simplemente explican las cosas, sino que seleccionan el contenido en defensa de un banco, una hidroeléctrica o una empresa concreta a la que pertenecen. No muestran los hechos tal como son, sino desde perspectivas interesadas que, obviamente, son legítimas para la empresa. Esto produce una desconfianza general de la ciudadanía hacia todos ellos, cuando en realidad la gran mayoría de economistas hace sus estudios de manera neutral. El problema surge cuando solo se da voz a los sesgados. En consecuencia, la población acaba desconfiando de los datos. Los datos, sin embargo, son indispensables para cualquier análisis.

 

"La gran mayoría de economistas

hace sus estudios de manera neutral.

El problema surge cuando

solo se da voz a los sesgados"

 

 

​6. ¿Cuál es el objetivo principal de su último libro, Regulación del trabajo y política económica. De cómo los derechos laborales mejoran la economía?

En materia de regulación laboral, el objetivo es modernizar el discurso del Derecho del Trabajo. La perspectiva clásica defiende la protección de las personas trabajadoras al concebirlas como la parte débil de la relación contractual entre empresario y trabajador. Este objetivo sigue siendo válido hoy en día, pero creo que no debe ser el único. Ante todo, porque la regulación laboral también mejora la economía, la productividad de las empresas y la competitividad. En este sentido, el libro pretende esclarecer las mejoras económicas que supone la regulación más allá de la protección de los trabajadores.

 

7. Una cuestión que usted denuncia son los temores infundados a la regulación económica. ¿A qué cree que se deben tales miedos a la intervención estatal?

Precisamente porque llevamos casi cuarenta años escuchando el mensaje de la desregulación. El discurso mayoritario, sobre todo desde el Consenso de Washington en 1980, defiende que es necesario desregular para mejorar la economía. Se ha repetido mucho que lo mejor es dejar que el mercado funcione de manera autónoma, autorregulada, mediante la famosa mano invisible de Adam Smith. Pese a los estudios económicos que demuestran lo contrario, es difícil dar la vuelta a esta idea. Actualmente, la gente teme la regulación al entender que daña a la creación de empleo, al crecimiento económico o a la innovación. Pero eso hay que desmentirlo. Por eso hacen falta investigaciones como la de este libro, ya emprendida antes por muchos otros. Por ejemplo, David Card, el premio Nobel de Economía de este año, ha trabajado en materia de salario mínimo y ha demostrado que no provoca desempleo. La mejora de la regulación, sobre todo si está bien organizada, produce beneficios para la economía.

 

"La mayoría de estudios académicos,

tal y como intento demostrar en el libro,

van en este sentido: mejor regulación

permite mayor crecimiento económico"

 

 

8. Por su parte, usted defiende que no existe la desregulación económica, ¿cierto?

Sí, es otra de las cuestiones. Se habla de desregulación, cuando en realidad el mercado de trabajo siempre está regulado, como mínimo a través del código civil. Por su parte, el Derecho del Trabajo plantea una regulación específica ya que el mercado laboral no funciona igual que el mercado de bienes. El Código Civil funciona para regular un alquiler, una compra-venta, etc., pero las personas no son cosas, funcionan de manera distinta. De ahí la necesidad de regulaciones específicas. En este sentido, se habla de desregular cuando en el fondo se está hablando de eliminar regulación laboral específica para dejar únicamente la regulación civil que, sin embargo, no es la adecuada.

 

9. ¿Le parece ir a contracorriente del sentir general?

Si acaso a contracorriente del discurso público, pero no en materia académica. La mayoría de estudios académicos, tal y como intento demostrar en el libro, van en este sentido: mejor regulación permite mayor crecimiento económico. Sin embargo, falta dar el salto. Lo que la mayoría de estudios económicos están diciendo en los últimos diez o veinte años debe trasladarse al ámbito político y social.

 

10. ¿Existe algún ejemplo a nivel internacional que le sirva de referencia en Derecho del Trabajo?

Modelo ejemplar no hay porque el discurso de la desregulación ha afectado a prácticamente todos los países, al menos occidentales. Además, cada país es muy distinto. Sin embargo, es cierto que hay cosas positivas en algunos sistemas. En Alemania, por ejemplo, hay una negociación colectiva fuerte que reduce la desigualdad social, con un salario mínimo alto y una jornada laboral reducida. Además, consiguen mejor productividad y tienen instituciones fuertes para llevar a cabo procesos de negociación y cogestión, donde los sindicatos participan en la organización de la propia empresa mediante consejos supervisores, dando asiento y voto a los propios trabajadores.

 

"En Alemania, por ejemplo, hay una

negociación colectiva fuerte que reduce

la desigualdad social, con un salario

mínimo alto y una jornada laboral reducida"

 

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"España, como el resto de países,

se ha ido desregulando bajo el nombre

eufemístico de flexibilización"

 

 

11. En líneas generales, ¿qué opinión le merece España en lo referido a Derecho Laboral?

España, como el resto de países, se ha ido desregulando bajo el nombre eufemístico de flexibilización, lo cual implica un mayor poder unilateral del empresario a la hora de tomar decisiones. Ello puede parecer beneficioso a corto plazo, pero con el tiempo perjudica la propia productividad y competitividad de la empresa. En este sentido, hay cambios importantes a realizar. Ahora, con la reforma laboral de 2021, algunos de ellos se han puesto de manifiesto. Por ejemplo, el hecho de que el empresario pudiera contratar temporalmente en fraude y sin consecuencias graves, representaba una pérdida de la productividad, pues está demostrado que un trabajador indefinido es más productivo que un trabajador temporal. A medio plazo, ello hunde nuestra economía. Por lo tanto, si ahora se contrata indefinidamente y se cumple la legislación, los trabajadores serán más productivos, lo cual beneficia también a los propios empresarios. En este aspecto me parece positiva la reforma laboral.

 

 

12. ¿Considera que la española es una sociedad meritocrática?

Pese a no haber analizado la sociedad en su conjunto, en el mundo de las relaciones laborales que he estudiado considero que falta meritocracia, precisamente por la regulación laboral. Hasta el momento, dicha regulación permite que se despida a un trabajador que no ha hecho nada erróneo simplemente por caer mal al jefe, por cuestiones ideológicas. Esto va en contra de los principios de meritocracia. En teoría, solo tendría que despedirse a un trabajador si este perjudica los intereses de la empresa o si no aporta el trabajo que debería. Sin embargo, a veces se despide a trabajadores excelentes por razones distintas a las laborales. Por su parte, se debería pagar más a los empleados que mejor trabajan, otro principio meritocrático que no está desarrollado en nuestra legislación.

 

13. Usted aboga por un nuevo concepto de trabajador diferenciado del genuino empresario, ¿podría introducirnos brevemente esta propuesta?

Actualmente nuestro concepto de trabajador define a quién se le aplica el derecho laboral, quién tiene derecho a vacaciones, etc. Pensamos que todo el mundo tiene derecho a vacaciones, pero no. Lo tiene solo quien es trabajador laboral conforme al estatuto de los trabajadores. Hay muchos trabajadores autónomos que no tienen una serie de derechos que podríamos considerar básicos.

Esta diferenciación se hace históricamente cuando se forman por primera vez estas instituciones hace más de cien años, cuando autónomos había muy pocos. Por entonces, el autónomo era un verdadero empresario en tanto que dueño de la fábrica. Pero hoy en día, la falta de aplicación del estatuto de los trabajadores se ha descontrolado y cada vez más gente se está quedando sin derechos laborales. Yo intento darle la vuelta a esto. En mi opinión, al único al que no deberíamos aplicar tales derechos es al genuino empresario, pero no a todos los autónomos. Los trabajadores de Glovo y Deliveroo, por ejemplo, son considerados emprendedores, pero en realidad funcionan como mano de obra para una empresa que necesita transportistas. A estas personas, que no son empresarios, se les debería aplicar el derecho de trabajo.

 

"La falta de aplicación del estatuto de

los trabajadores se ha descontrolado

y cada vez más gente se está

quedando sin derechos laborales"

 

 

14. Actualmente, la Comisión Europea estudia el desarrollo de una directiva europea sobre el trabajo en plataformas digitales. ¿Cuáles son los principales inconvenientes a superar al respecto?

Los problemas del teletrabajo dependen a menudo de la persona. Uno de ellos es la segregación por cuestiones de sexo o género a la hora de incluir dicha modalidad. Así, cuando el teletrabajo se incorpora por cuestiones de conciliación, son mayoritariamente mujeres las que teletrabajan a la vez que cuidan a sus hijos en casa. Esto es un problema ya que priva a tales trabajadoras de compartir un espacio común con el resto de compañeros. Otro reto a superar son los problemas psicológicos que algunos estudios han detectado debido al aislamiento, la indiferenciación entre espacio de trabajo y espacio de descanso, el alargamiento irregular de las jornadas y la falta de desconexión digital.

 

15. ¿En qué está trabajando actualmente? ¿Tiene algún nuevo libro entre manos?

Siempre he trabajado mucho sobre la digitalización. Uno de los grandes retos actuales es cómo está afectando la automatización en el mercado de trabajo. Esta automatización a menudo supone despidos de trabajadores que son sustituidos por robots. En principio no debe ser malo ya que, según lo que Schumpeter llama la “destrucción creativa”, la tecnología elimina puestos de trabajo, pero también mejora el rendimiento económico y crea nuevos puestos. Así, estoy analizando lo que ahora se llama Cuarta Revolución Industrial, viendo qué ocurre con los trabajadores desempleados en el tránsito entre perder y encontrar nuevo empleo, y discerniendo cómo conseguir su retorno laboral sin riesgo de exclusión. Desde la renta básica al trabajo garantizado, hay varias propuestas que se enfrentan a este reto de desaparición de puestos laborales con motivo de la automatización.