Francisco Javier Chorro: “Motivar a los alumnos, formarlos en la práctica diaria, pero también como personas con empatía, es clave para su éxito”

  • 1 abril de 2018
 
Javier Chorro.
Javier Chorro.

Maria Iranzo/Fotos: Miguel Lorenzo

La ilusión palpita en Francisco Javier Chorro (Montcada, 1953), quien todavía se mira los cuadros de sus antecesores con cierta incredulidad. Cuarenta y dos años después de licenciarse como médico, asume la dirección de una de las facultades más antiguas de la Universitat de València. A aquel primer título siguió el Doctorado en Medicina y Cirugía y desde entonces quedó vinculado al departamento más grande de la facultad, hoy ya como catedrático de Cardiología y como investigador de Electrofisiología Cardíaca Experimental. Cierra el triángulo con una exitosa carrera como cardiólogo que hoy lo sitúa en la cumbre del servicio al Hospital Clínico Universitario de Valencia. Pregunto a los estudiantes por él. Y en toda la muestra aleatoria casualmente se iluminan las miradas. Ternura, bondad y vocación por la docencia lo van definiendo desde fuera. Nosotros lo haremos junto a él desde su despacho en la segunda planta del edificio.

–La primera pregunta no se la hago como decano, sino como cardiólogo. ¿Cómo se encuentra el corazón de la Facultad de Medicina y Odontología?

–En los últimos años, el anterior decano abordó una cuestión compleja, es decir, cómo pasar de licenciatura a grado los estudios de Medicina y Odontología. Eso implicó una serie de cambios importantes que dieron como resultado un nuevo plan de estudios y una nueva estructuración de las materias, que yo creo que han mejorado la formación. Las prácticas de las asignaturas clínicas en cada uno de los cuatro hospitales de Valencia empiezan ahora en el segundo cuatrimestre del tercer curso, a pesar de que la mayor carga práctica llega en sexto curso, donde pasan prácticamente todo el año en servicios hospitalarios y se pueden hacer una idea del ejercicio diario de la medicina. Ha sido un cambio a mejor. Aun así, hay cosas que no ruedan tan bien. Tenemos que intentar una nueva distribución de los cuadrantes horarios de teoría y práctica para facilitar los desplazamientos de los estudiantes a hospitales y ambulatorios. Además, el hecho de reservar el viernes para asignaturas teóricas y seminarios explica que sea el día con menos asistencia. Es difícil la redistribución, asegurar que todo el engranaje ruede teniendo en cuenta que contamos con 320 alumnos por curso.

Otro aspecto a mejorar es la manera de impartir las clases. Tenemos que procurar sobre todo ilusionar a la gente, tanto a los estudiantes como a los profesores. Especialmente, las asignaturas teóricas tenemos que procurar hacerlas más participativas. En este sentido, los estudiantes han propuesto crear grupos de trabajo para abordar nuevas maneras de impartir las clases. Pienso que si haces un esfuerzo y procuras ponerte en el lugar del estudiante o recordar los momentos en que tú lo fuiste, ves las cosas de otro modo. Motivar a los alumnos, formarlos en la práctica diaria, pero también como personas con empatía con el paciente, es clave para su éxito.

Particularmente, hay un aspecto que me gusta mucho y son las simulaciones en las aulas de habilidades, las cuales permiten al estudiantado acercarse a la realidad. Son una buena manera de ponerlos más en el papel que tenemos que representar en la realidad. El anterior equipo decanal hizo un esfuerzo para dotar de un utillaje mínimo estas actividades. También me gusta la introducción en sexto curso de las Ecoes (Evaluación Clínica Objetiva Estructurada), pruebas prácticas para evaluar las competencias clínicas, como por ejemplo la anamnesis o historia clínica, la exploración, el diagnóstico, el tratamiento, la habilidad de comunicación, las habilidades técnicas...

–¿También controlar la realización efectiva de las prácticas?

–Sí, queremos mejorar el desarrollo de las prácticas porque es una crítica que nos formulan grupos de estudiantes cuando llegan a un determinado servicio. Aquí tienen responsabilidad las dos partes. El profesor del servicio médico tiene que integrar al alumno en la actividad que está desarrollando, para que le acompañe. El alumno, por su parte, tiene que mostrar una actitud proactiva, no quedarse parado.

–¿En qué momento pensó en presentarse para el cargo?

–Aproximadamente, desde hace medio año antes del cambio. Te lo sugieren, te lo comentan y te vas haciendo una idea. Este cargo supone tiempo y te lo has de pensar bien. Tienes una serie de actividades que vas desarrollando y algunas pueden entrar en competencia. Disfruto también mucho en el ejercicio de la medicina y de la investigación. Pero si piensas que puedes contribuir para que mejore la docencia, al final llegas a la conclusión de que tienes que intentarlo. Es cierto que ha habido un poco de consenso. En la facultad hay tradición de ir alternando, más o menos cada dos ejercicios, un decano o decana proveniente de asignatura básica con uno o una de clínica. El anterior, Federico V. Pallardó, es catedrático de Fisiología y ahora tocaba uno de clínicas. Del 2011 al 2018 he sido director del Departamento de Medicina, uno de los más numerosos, y es verdad que no he esquivado cumplir las obligaciones administrativas en las cuales todos tenemos que contribuir de alguna manera. Es cuestión de organizarse. Ahora la investigación he tenido que desplazarla al fin de semana.

–¿Alguna vez se había imaginado en este despacho?

–Ciertamente no. Mira, estos cuadros que tenemos aquí colgados, antes de la reforma de la facultad, estaban en la sala de juntas de la planta baja, donde se defendían las tesis doctorales. Alguna vez, mientras estaba allí, bien como espectador, bien acompañando a los doctorandos, me dedicaba a contemplarlos y me llamaban un poco la atención. Pero no, no me imaginaba en uno de ellos [sonríe vergonzoso]. He conocido desde el profesor Carlos Carbonell hasta los profesores Viña, Gomar, García Conde, Carmen Leal, Francisco Morales, Rodrigo, Pellicer y Pallardó. De cada uno de ellos tengo recuerdos... [se los mira en silencio]. Carlos Carbonell era muy apreciado por los compañeros. Pero quien más me ha influido es don Vicente López Merino, catedrático de Cardiología y jefe de servicio en el Clínico. Recuerdo que elegí la especialidad motivado por su persona. Era muy culto y de formación sólida, buen docente y buen médico. Por él elegí mi camino.

[De Carlos Carbonell rememora una anécdota que revela la pasión por la docencia a la vez que las necesidades de motivación del profesorado...]

Una vez, un estudiante le saludó efusivamente por la calle. Le dijo que lo recordaba mucho, que le habían encantado sus clases. Y Carbonell le contestó: “Hágame un favor. Cada vez que usted me encuentre por la calle, vuelva a decirme estas palabras, que animan mucho”.

–En unos estudios fundamentalmente prácticos como Medicina y Odontología, ¿qué papel tiene el profesorado asociado? ¿Cuál es su situación actual, según su opinión?

–Buena pregunta. Nos encontramos con una situación distinta si hablamos de asignaturas básicas o clínicas. En las básicas el mecanismo de proyección de las personas que empiezan su actividad en la facultad está bastante establecido. Independientemente de que se cuente con pocas o muchas plazas, pueden pasar por la progresión de ayudante doctor, contratado doctor y titular, aunque les ha afectado la crisis y las tasas de reposición.

En cambio, en la parte clínica este mecanismo no funciona porque quien ejerce de neumólogo, digestólogo o cardiólogo no puede optar a las plazas de ayudante y de ayudante doctor. No existe la figura de vinculación en este nivel, sí en la de funcionario. Se ofertan plazas con dedicación exclusiva y esto genera que la progresión dentro de la parte académica de los que se dedican a la medicina clínica se vea muy limitada. La única vinculación con la Universitat que pueden tener quienes ejercen es a través de plazas de profesor asociado con la problemática que esto conlleva. Por ejemplo, ahora tenemos promociones por la vía de ayudante doctor y contratado doctor para optar a titular, pero la promoción para los asociados es más limitada. Solo pueden optar a la promoción después de doce años. Y la traducción de esto en la práctica es que las plantillas no se renuevan y van envejeciendo. Esto, añadido a los duros criterios de acreditación, dificulta mucho el acceso de los médicos a plazas de titular. Esta situación se tiene que mejorar. Si no, estamos abocados a la no renovación adecuada de las plantillas de profesorado. De hecho, encontramos algunos departamentos en los cuales no hay ningún titular en algunas materias.

–Así, ¿qué se puede hacer desde el decanato?

–Señalar este problema de envejecimiento de plantilla, las dificultades para la acreditación, los problemas para las vinculaciones y que se tome conciencia de que en pocos años se manifestará el problema de la no renovación.

–¿Y en cuanto a las plazas para acceder a estos estudios?

–Hay mucha demanda, pero en toda España, y quien empieza a estudiar Medicina suele hacerlo normalmente por un componente vocacional importante. Aun así, el número de plazas tiene que estar limitado. Especialmente si se tiene en cuenta que cuando acabas tienes que optar a una plaza en el MIR y después tienes que optar a una plaza para trabajar. No hay sentimiento más frustrante que formarte en una cosa y después no poder ejercerla.

–Su equipo decanal es paritario. ¿Con qué criterios lo ha elegido?

–El predominio de las mujeres en la Facultad de Medicina y Odontología es obvio. Las estudiantes son más de un sesenta y cinco por ciento, lo ves en el MIR y se traducirá en un breve plazo en los puestos de dirección. Lo que hemos procurado en el equipo decanal es que hubiera una representación también equitativa de profesores de asignaturas básicas y clínicas, porque, quieras o no, la visión es distinta en cuanto a la organización y el desarrollo de las prácticas; no es lo mismo un laboratorio que organizar el paso de varios grupos de estudiantes por hospitales y centros de salud.

–¿Qué les une?

–Es un equipo de profesionales con muchas ganas de trabajar, personas organizadas y responsables. Del anterior equipo contamos con Vicente Garrigues, que es quien ha desarrollado las Ecoes y las prácticas en hospitales. Tenemos que ser accesibles. El anterior equipo ya estableció reuniones periódicas con los departamentos. La comunicación es la mejor manera de saber dónde hay puntos débiles. Hay cuestiones difíciles de resolver desde el decanato, pero que sea difícil no quiere decir que no lo tengas que intentar.

–Una última pregunta. ¿Ser la facultad más cercana al Rectorado mejora los contactos?

–¡Te facilita ir a las reuniones! Cosa que es de agradecer.